Hoy voy a hablarte de uno de los conceptos más poderosos que aprendí en PNL: El mapa no es el territorio.

¿Qué quiero decir con esto?

Tu mente no puede absorber toda la información que hay a tu alrededor. Simplemente no puede. Lo que tú haces es formar modelos del mundo, mapas que representan la realidad a través de tus creencias. Estas son aprendizajes que desarrollas des del momento en qué llegas a este planeta y que continúas desarrollando a lo largo de tu vida.

Cuando eres pequeño la primera fuente de aprendizajes acostumbra a ser tu familia o cuidadores. En esos momentos eres súper influenciable por que viniste al mundo casi como un papel en blanco y eras una esponja de absorber conocimientos.

Fuiste creciendo y te empezaron a influir no solo la familia, sino también tus profesores, amigos, noticias películas, ídolos…

Y con esto se juntan tus experiencias. Además de lo que aprendes de las demás personas también tienes experiencias a las cuales les das significado.

Tu mente es una máquina de generar significados. Necesitas darle un significado a las experiencias que vives aunque muchas veces este significado no sea el mejor para ti.

Quizás cuando eras pequeño el profesor de la escuela te sacó delante de toda la clase a hablar en público, te pusiste nervioso y el significado que le diste fue “No sirvo para hablar en público”. No te lo cuestionaste y continuaste viviendo con esta nueva creencia.

La intención positiva de estas creencias es que nos sirven para entender el mundo que nos rodea y para sacar conclusiones de este de forma que puedas guiar tus comportamientos en el futuro.

Esto está bien. El problema es que estas creencias no son necesariamente verdadera, ¡Ni útiles!

Y muchas veces tienen el efecto de la profecía auto cumplida y es que el creer algo puede aumentar mucho las posibilidades de que acabe pasando (sobre todo cuando es algo que depende de tu performance).

Crees que no sirves para hablar en público, cuando el profesor pide voluntarios las próximas veces tú te escondes y nunca te presentas a hablar en público, con lo cual no lo practicas. Si alguna vez debes salir a hablar en público como crees que no sirves te pones nervioso, tu cabecita filtra la información que confirma que no se te da bien hablar en público (la cara del profesor, la distracción de tus compañeros, el nerviosismo en tu interior…) esto simplemente te pone más nervioso en un estado que hace aún más difícil que puedas hacerlo bien… ¿Qué pasa? Que es muy posible que en este estado de nervios acabe saliendo mal la exposición y simplemente acumules una experiencia más que confirma tu creencia.

Observa este esquema:

Es un bucle que se retroalimenta.

Tus creencias determinan tus acciones, tus acciones producen resultados y estos influyen en tus creencias que a su vez determinan otra vez tus acciones.

La última pieza es el potencial. ¿Cuál es el potencial que tienes como ser humano? Prácticamente ilimitado.

Pero si tus creencias no lo reflejan, no lo reflejaran tus acciones, ni tampoco tus resultados.

Así es como generalmente el rico se hace más rico y el pobre se hace más pobre.

Como esa persona que esta feliz y todo le va bien tiene “golpes de suerte”, mientras que a perro flaco todo son pulgas

Quizás me dirás, ya Clara pues mis creencias son un desastre y me va todo mal. Gracias por explicarme que simplemente iré a peor.

Ehhh espera … ¡Que hay esperanza!

¿La buena noticia? ¡Tú puedes Cambiar tus creencias!. Ya lo has hecho otras veces, hubo momentos de tu vida en los que creíste en cosas en las que ya no crees, hubo momentos de tu vida en los que estabas convencido de que no podías y ahora no obstante si que puedes. Tu pasado no determina tu futuro. Tú determinas tu futuro y puedes aprender a utilizar tu mente para que juegue a tu favor en lugar de en tu contra.

Una creencia no es buena ni mala. La medida que le puedes pedir no obstante es la siguiente. ¿Te es útil o no te es útil para conseguir tus objetivos?

Su utilidad o bondad depende de tu objetivo.

Ni más ni menos.

Entonces, te propongo lo siguiente para que empieces a tomar el control de esas creencias:

  1. Determina tu objetivo. ¿Qué es lo que quieres conseguir?
    Para conseguir esto, ¿Cuáles son las creencias que te serán más útiles ? ¿Qué creencias te ayudarán a generar la energía, la determinación y el entusiasmo necesarios para conseguir este objetivo? (Una pista: que conseguir el objetivo es posible para ti es absolutamente una de ellas)
  2. ¿Cómo puedes reforzar estas creencias? ¿Cuáles son las razones por las que son ciertas?
    Escríbelas, sé el abogado del bien. Imagínate que tu trabajo ahora es argumentarlas y defenderlas. ¿Cómo lo harías?
  3. Si estuvieras completamente y absolutamente convencido de estas creencias, ¿Cómo te sentirías? ¿Qué te dirías? ¿Qué te imaginarías? ¿Qué harías diferente? Crear estos comportamientos en tu mente es el primer paso para crearlos en la realidad.
  4. ¿Cuáles son las 3 acciones más significativas que tomarías si creyeras estas creencias?
    Comprométete a tomar estas acciones. Como te he comentado una de las cosas que crea y refuerza tus creencias son tus experiencias. Algo que te va a ayudar enormemente a solidificar estas creencias en tu interior es tomar acción y crear experiencias que las refuercen. Y, generalmente cuando tomas suficiente acción, llegan los resultados, que aún te ayudarán más a reforzar estas creencias.

Hay veces que cambias tu forma de ver el mundo en un abrir y cerrar de ojos, otras veces, te puede llevar más tiempo.

A veces con solo tomar consciencia de que lo que tu crees no es necesariamente cierto y que puedes cambiar tus creencias ya se dará un cambio potentísimo en tu interior, otras veces necesitas reforzar esas nuevas creencias enfocándote en ellas con tu pensamiento o creando acciones que las refuercen. ¿Mi propuesta? Pónlo todo en práctica. Por qué como decía un profesor mío:

Cuando cambias tu forma de pensar, cambias tu forma de sentir. Cuando cambias tu forma de sentir cambias tu forma de actuar y entonces toda tu vida cambia.

Y enfocar ese cambio en la dirección adecuada para ti es algo por lo que vale la pena esforzarse.

Te envío un abrazo,

Clara